Sombras de horror-relatos de ira y sanación
El 30 de octubre estuve en el lanzamiento del libro: Sombras de horror, relatos de ira y sanación. Una obra de mi querida amiga, escritora, poeta y docente universitaria, Sandra Carbajal García. La presentación del libro se llevó a cabo en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador en el XIX Congreso Internacional de Literatura, y apoyado por el Angel Editor.
Esta obra contiene tres cuentos cortos que te garantizan una conexión inmediata, este libro merece ser leído. La presentación del libro fue realizada por varios expertos, entre ellos, Christian Zurita Estrella, Yanier Palao y Yankilé Hidalgo.
Yankilé Hidalgo
Nació en la Habana, Cuba en 1973. Vive hace más de 28 años en Quito, Ecuador. Es profesora de Lengua y Literatura. Autora de la letra de dos canciones seleccionadas para participar en Lo Zecchino DOro, Bologna, Italia «Canzone indigena» (2002), «Verso láurora» (2012). Autora de la novela juvenil «Nostalgias de un rey sin corona», (Santillana, 2009), (Prolipa 2019), de los poemarios «Para nada inocente» (el ángel editor, Ecuador, 2017), La ira de Circe (Ilíada Ediciones, Alemania, 2021), Música para desmemoriados/ Scacco Matto (De la Cuesta Ediciones, 2022 e Iliada ediciones, 2023) y «Misivas para las hijas del viento» en Arité, Editorial, Miami, Florida, 2024. Ha asistido a festivales Internacionales de poesía en Ecuador (Paralelo Cero, 2017, 2028 y IV Encuentro Internacional de Poesía, Ipiales, Nariño, 2022, Colombia).
Yankilé Hidalgo, en la presentación del libro «Sombras de horror, relatos de ira y sanación» analiza y describe la obra de Sandra Carbajal de la siguiente forma:
«Ninguno podía aprender aquel canto, sino solamente los ciento cuarenta y cuatro mil que fueron salvados de entre los de la tierra. 4 Éstos son vírgenes, no se contaminaron con mujeres; son los que siguen al Cordero por donde quiera que va. Fueron salvados de entre los hombres como primera ofrenda para Dios y para el Cordero». Apocalipsis Capítulo 14: versículo 3-4.
La bestia acecha, la bestia no se inclina, no renuncia. La bestia habita entrañas, se viste de limpio para escupir y se arrastra por veredas insospechadas. Luego se arrincona y pide perdón ¡Qué hacer con la mirada obscena, con la boca salivosa, los halagos infectos de palabras manchadas, con las mordidas vomitivas? y tu cuerpo, qué hacer ahora con ese cuerpo que se sabe vulnerable ante el espejo que reflejan otros cuerpos como el tuyo, ultrajados como el mío. Te obligaran a esconder tu esencia, evitar todo gesto que pueda considerarse como provocativo, y si aún quedaran vestigios de sensualidad, tal vez una mirada, una sonrisa, deberás rechazar las entregas, las reuniones sociales, la iglesia y hasta la universidad porque te señalaran, porque pasarás de víctima a victimaria, porque la culpa siempre será tuya y como terminan casi todos los capítulos de Relatos de ira y sanación de Sandra Carbajal, esto podría seguir sucediendo por los Siglos de los siglos si no levantamos los brazos, si no te unes a la lucha, si no lo escribes. Si el monstruo vive en tu misma ciudad, comparten mundo, techo de cielo porque donde hay una bestia hay un infierno y eso es suficiente para ponerlo en evidencia porque es tu responsabilidad que sus garras no se aferren a otros brazos y ese es el rol de quien lo lleva a la literatura.
El narrador protagonista en esta narrativa ocupa el lugar de guardián que alerta sobre el peligro será juez o en este caso, jueza porque su voz debe crear hilos entre el lector y las protagonistas, ponerse de traje su carne, lanzar un grito con ellas. Estos monstruos son el símbolo de la sociedad tóxica, aberrante que le concede derechos a los opresores y señala a las oprimidas. Pasar de mujer acosada a mujer difamada solo puede ser un macabro espectáculo que lastimosamente se repite y se vuelve a repetir sin que muchos hagan nada.
Existe una palabra hermosa que no he dejado de pensar en ella desde que comencé a leer esta narrativa y mientras escribo estos pensamientos, SORORIDAD. El afecto y solidaridad que debiera existir entre mujeres, el cuidado mutuo en la lucha por el empoderamiento de la mujer, la complicidad, la hermandad en las calles es palabra clave que construye. En el último capítulo de su libro, Sandra aborda la palabra de algún modo y sin mencionarla.
El personaje de la «dragona» disminuye la palabra, la hace pequeñita ante unas leyes que han sido diseñadas por un estado patriarcal. La dominancia masculina en todos los ámbitos del Estado y en la religión no es fábula, ojalá fuese solo ficción.
Cito: «Malicia se sienta junto a la gran bestia serpentina y no la pierde de vista ni un instante; porque sin él, ella siente que no es nada o quizá, se aprecia como «la muy poca cosa2 a quién nadie vería. Por eso, la dragona camina cautelosa sobre la punta de los dedos de sus piernas laxas y desata todo su poder perverso, malicioso y fétido sobre la fémina rival (Carbajal, Sandra, página 60) Carbajal transforma el dolor en una crítica social que desafía las estructuras de poder patriarcales, ofreciendo tanto un lamento como indirectamente, una llamada a la acción.
Este tipo de escritura no solo revela el trauma, sino que también busca la sanación y la solidaridad, enfatizando en que las experiencias de las mujeres deben ser validadas. Los relatos dolorosos de este libro publicado por el Ángel Editor, se desarrollan en un ámbito geográfico e históricos claros, Quito, siglo XXI. Un Ecuador actual donde aún se cuestiona el verdadero compromiso con la igualdad de género.
El estilo ligero permite abordar estos temas de manera accesible y resonante. Este enfoque utiliza un lenguaje cotidiano que conecta con el lector, facilitando la empatía. El uso de simbolismos en este tipo de narrativa enriquece el texto, dotándolo de múltiples capas de significado. La bestia, la dragona es un personaje que se antepone al de la protagonista, aunque ambas han encontrado en su figura anónima dos retratos de seres contemporáneos, despojados de visibilidad, aferrados al dolor que es, en el caso de la primera a la de pertenecer a la miseria humana, y en la segunda, el de mujer que se sabe inmerecedora de todo señalamiento si es a ella a la que han marcado la piel con improperios y miradas acusadoras.
De Relatos de ira y sanación de Sandra Carbajal, cito: «el agresor no se mueve solo, teje una red de apoyo con su manada» ¿Cómo pueden historias como estas inspirar un cambio en la sociedad? El lector debe conmoverse, dejar de ser voyerista para convertirse en defensor. Hoy tenemos las redes sociales a nuestro alcance, no tenemos que esperar a que nos pregunten o a que se nos dé una oportunidad para expresar lo que pensamos o en lo que creemos. Y alzarse no es exclusivo de las mujeres, conozco muchos hombres que se unen al bramido y construyen junto a nosotras, piel con piel. Sandra encontró el camino para que ese alarido sea eterno, la literatura.
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